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Cómo son las nuevas lavadoras de ropa que funcionan casi sin agua

Cuando Charl de Beer regresó a vivir en su Sudáfrica natal puso en marcha una compañía que ofrecía alquilar ropa de cama recién lavada a los 18.000 locales que ofrecen hospedaje a través de Airbnb en Ciudad del Cabo.

Pero, poco después, la ciudad comenzó a sufrir graves problemas de escasez de agua que ponían en riesgo su negocio: sus costos en consumo de ese líquido se cuadruplicaron en un año.

“Para un negocio, esto es catastrófico”, señala.

Para su suerte, entonces se topó con una nueva tecnología que aparentemente podría reducir la cantidad de agua que se usa durante el lavado de las telas hasta en un 80%: el uso de esferas de polímero para sustituir el líquido.

La empresa tecnológica británica Xeros había comenzado a comercializar unas máquinas para lavador ropa, bajo la marca Hidrofinity, desarrolladas a partir de investigaciones científicas realizadas en la Universidad de Leeds, en Reino Unido.

Los polímeros de nylon “tienen una polaridad inherente que atrae la suciedad y pueden reemplazar casi toda el agua requerida durante un ciclo de lavado, señala Stephen Burkinshaw, jefe de química textil en esa casa de estudios superiores.

Después de que inicias el ciclo de lavado, la máquina añade unas 23.000 esferas pequeñas de polímeros -que la empresa llama XOrbs- con un peso total de unos 6 kilogramos, además de una taza de agua y el detergente.

Las esferas absorben la suciedad y luego son retiradas del tambor por la máquina, tras lo cual son almacenadas para ser reutilizadas en una próxima oportunidad.

La lavadora para uso doméstico requiere 50% menos agua que una máquina convencional, mientras que la versión comercial -que emplea unas 70.000 esferas que pesan unos 20 kilos-, usan 80% menos.

De Beer se ofreció para distribuir estas lavadoras en Sudáfrica, solo para poder comprarlas él mismo.

Señala que una máquina industrial con capacidad para lavar 25 kilos que realice 14 lavados al día permite ahorrar dos millones de litros cada año.

“En Ciudad del Cabo, eso ahorra unos 177.500 rand sudafricanos (unos US$12.547)”, agrega.

Mark Nichols, director ejecutivo de Xeros Tecchnology Group, asegura que los fabricantes de lavadoras pueden integrar esta tecnología de forma “muy, muy simple” en sus productos.

Agrega que Xeros está trabajando en la actualidad para conceder licencias para uso de su tecnología con siete fabricantes de máquinas de lavar ropa de alcance global y que estos equipos están siendo adquiridos por hoteles en países secos como los Emiratos Árabes Unidos.

Hoteles, hospitales, proveedores de servicios de catering y otros servicios que tienen que lavar con mucha frecuencia han estado deseosos por reducir su consumo de agua desde hace muchos años.

Por ejemplo, Mission Linen Supply, una empresa con sede en California que provee uniformes y ropa blanca, afirma que ahorró 141 millones de galones de agua en 2017, lo que le permitió ganarse el premio “Héroe del agua” otorgado por las autoridades de Santa Barbara, una ciudad afectada por la sequía.

Durante una ocupada semana en los meses de verano, esa empresa puede lavar unos 77.000 kilos de telas -entre uniformes, toallas y ropa de cama- lo que convierte el ahorro de agua en un objetivo fundamental desde el punto de vista económico y ambiental.

A lo largo de los años ha establecido un sistema que le permite reciclar y reutilizar el agua del lavado, gracias al cual ha reducido el consumo casi a la mitad de lo que requiere una típica lavadora doméstica. La empresa, además, da tratamiento al agua antes de retornarla al sistema de aguas servidas de la ciudad.

Otras empresas también están desarrollando métodos para limpiar la ropa que casi no usan agua.

Unilever, un gigante del sector consumo, creó, por ejemplo, un spray llamado Day2 (día 2) que funciona como un champú seco y que está diseñado para refrescar esas ropas que están tiradas por ahí en el piso o en el espaldar de una silla pero que en realidad no están nada sucias.

Clare Dolan, directora ejecutiva de Unilever para este producto y directora de la compañía para innovación global en el uso del agua, señala que Day2 no sirve para unas medias llenas de barro pero en el caso de las camisas “se come los olores, deja las fibras suaves, alisa las arrugas y refresca la ropa para que se pueda usar de nuevo sin ser lavada”.

Afirma que un bote de spray puede ahorra 60 litros de agua.

De igual modo, Dolfi, una empresa tecnológica suiza, desarrolló un aparato que limpia las telas delicadas usando ultrasonido para sacudir una pequeña cantidad de agua y detergente.

Pese a su nombre engañoso, la industria de lavado en seco usa mucha agua -en forma de vapor-, sin mencionar los potenciales carcinógenos como el solvente percloretileno o PERC.

Pero en los últimos cinco años, los avances tecnológicos han permitido que se pueda usar agua y detergentes y acondicionadores biodegradables para lavar prendas de seda, lana y gamuza que antes solo se podían enviar a la tintorería, señala Nick Harris, director de VClean Life.

Esa empresa estableció recientemente en Reino Unido un local con un sistema que “pesa la ropa y determina exactamente cuánta agua es necesaria”. El mecanismo usa agua reciclada para generar el vapor con el que lava las prendas.

Harris cree que VClean es el servicio de tintorería “más ecológico” de Reino Unido.

Señala que el lavado en seco es más eficiente con cargas mayores de ropa por lo que sería más económico para una tintorería pequeña enviar las prendas a un centro más grande como el de ellos que intentar lavarlo ellos mismos.

VClean tiene previsto lanzar un servicio de 24 horas de máquinas de “recolección y entrega” en todo Londres.

De vuelta en Ciudad del Cabo, De Beer asegura que los turistas toman cada vez más en cuenta si los lugares que ellos visitan son “protectores del ambiente”.

Así, los hoteles y restaurantes que no encuentren nuevas formas de ahorra agua en zonas que sufren de sequías pueden terminar encontrando que sus negocios están siendo reciclados.

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