Las horas pasaron y hasta que pasó un niño y volteó a ver la puerta del conductor, este vio que había sangre que caía al piso.
Culiacán, Sinaloa.
Estacionada sobre la calle Enrique Sánchez Alonso y cerca del bulevar Constelaciones, en el fraccionamiento Lomas del Humaya, los vecinos miraron por horas una camioneta blanca con rayas negras, la cual estaba bajo la sombra de un árbol.
Desde un principio les pareció sospechosa porque no era del sector. Las horas pasaron y hasta que pasó un niño y volteó a ver la puerta del conductor, este vio que había sangre que caía al piso, en donde se había formado un pequeño charco. El menor le dijo a su abuelita y ambos se acercaron al vidrio, llevándose la terrible sorpresa de que en su interior estaba un hombre sin vida. Tras la impresión se reportó el hallazgo al número de emergencias.
El cuerpo estaba del lado del copiloto y tenía la cabeza ensangrentada. Aunque todo apunta a que fue asesinado en el lugar, algunos habitantes alegaban que solo fue dejado allí.
En el sitio no había testigos que pudieran aportar información detallada o precisa para dar con los agresores. Todos los que llegaban a la escena decían no saber nada.
Tras varios minutos llegó un hombre joven, quien dijo ser amigo de la víctima, a quien identificó con el nombre de Jorge, de alrededor de 30 años. Detalló que la víctima vivía en el fraccionamiento Issstesin y era un hombre trabajador, muy buena persona, por lo que ignoraba por qué le habían quitado la vida de esa forma tan violenta; tampoco se explicaba por qué lo habrían abandonado o asesinado en ese lugar. Indicó que apenas el día anterior había platicado con él y que todo estaba bien. El fallecido hasta se había ofrecido en ayudarlo en algunas cosas.
Explicó que el occiso se dedicaba a arreglar lavadoras y que en la ciudad había una gran cantidad de volantes en los cuales ofrecía sus servicios.
También dijo que en sus ratos libres se dedicaba al boxeo, donde era conocido con el apodo de Rufo. También aseguró que la camioneta era de la propiedad del fallecido.
Debido a que la cajuela traía tapa, había quienes esperaban con gran curiosidad que la abrieran para ver si no había más víctimas, pero no encontraron nada.
Por Imparcial de Oaxaca