El presidente Tayyip Erdogan declaró el martes el estado de emergencia en 10 provincias turcas devastadas por dos terremotos que causaron más de 7,200 muertos y dejaron un rastro de destrucción en una amplia zona del sur de Turquía y la vecina Siria.
Un día después de los sismos, los equipos de rescate, desbordados, tenían dificultades para salvar a la personas atrapadas bajo los escombros.
A medida que la magnitud de la catástrofe se hacía más evidente, el número de víctimas mortales parecía que iba a aumentar considerablemente. Un funcionario de las Naciones Unidas dijo que se temía que miles de niños hubieran muerto.
Los habitantes de varias ciudades turcas afectadas expresaron su enfado y desesperación por lo que consideraban una respuesta lenta e inadecuada de las autoridades al terremoto más mortífero que ha sacudido Turquía desde 1999.
“Aquí no ha llegado ni una sola persona. Estamos bajo la nieve, sin casa, sin nada”, dijo Murat Alinak, cuya casa en Malatya se derrumbó y cuyos familiares están desaparecidos. “¿Qué voy a hacer, adónde puedo ir?”.
El sismo de magnitud 7.8 del lunes, seguido horas después por otro casi igual de potente, derribó miles de edificios, entre ellos hospitales, escuelas y bloques de apartamentos.
Decenas de miles de personas resultaron heridas o se quedaron sin hogar en ciudades de Turquía y el norte de Siria, mientras que el clima invernal ha dificultado las labores de rescate y socorro y ha hecho aún más miserable la situación de las personas sin hogar. Algunas zonas se quedaron sin combustible ni electricidad.
Los responsables humanitarios expresaron su especial preocupación por la situación en Siria, ya afectada por una crisis humanitaria tras casi 12 años de guerra civil.
Erdogan declaró zona catastrófica 10 provincias turcas e impuso el estado de excepción en ellas durante tres meses. Esto permitirá al Gobierno eludir al parlamento en la promulgación de nuevas leyes y limitar o suspender derechos y libertades.
El Gobierno abrirá hoteles en el centro turístico de Antalya para alojar temporalmente a las personas afectadas por los sismos, dijo Erdogan, que se enfrenta a unas elecciones nacionales dentro de tres meses.
El número de muertos en Turquía ascendió a 5,434, según el ministro de Sanidad, Fahrettin Koca, que añadió que 31,777 personas habían resultado heridas. En Siria, el total de víctimas ascendió al menos a 1,832, según el Gobierno y un servicio de rescate en el noroeste del país, controlado por los rebeldes.
Cada minuto cuenta
Según las autoridades turcas, unos 13,5 millones de personas se han visto afectadas en una zona que abarca aproximadamente 450 kilómetros desde Adana, en el oeste, hasta Diyarbakir, en el este, y 300 kilómetros desde Malatya, en el norte, hasta Hatay, en el sur.
Las autoridades sirias han informado de muertes hasta el sur de Hama, a unos 250 kilómetros del epicentro.
“Ahora es una carrera contra el tiempo”, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Cada minuto, cada hora que pasa, disminuyen las posibilidades de encontrar supervivientes con vida”.
En toda la región, los equipos de rescate trabajaron día y noche mientras la gente esperaba angustiada junto a montones de escombros aferrándose a la esperanza de encontrar con vida a amigos, familiares y vecinos.
En Antakya, capital de la provincia de Hatay, fronteriza con Siria, los equipos de rescate no daban abasto y los propios residentes rebuscaban entre los escombros. La gente pedía cascos, martillos, barras de hierro y cuerdas.
Una mujer, de 54 años y llamada Gulumser, fue sacada con vida de un edificio de ocho plantas 32 horas después del sismo.
Más de 12,00 efectivos turcos de búsqueda y rescate están trabajando en las zonas afectadas, junto con 9,000 soldados. Unos 70 países están enviando personal, equipos y ayuda; pero la magnitud del desastre es abrumadora.
La Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias de Turquía dijo que 5,775 edificios habían quedado destruidos por el terremoto y que 20,426 personas habían resultado heridas.
En Ginebra, James Elder, portavoz de UNICEF, declaró: “Los terremotos (…) pueden haber matado a miles de niños”
Los refugiados sirios en el noroeste del país y en Turquía se encontraban entre las personas más vulnerables afectadas, dijo Elder.
En la ciudad siria de Hama, Abdallah al Dahan dijo que el martes se estaban celebrando los funerales de varias familias que perecieron.
“Es una escena aterradora en todos los sentidos”, dijo Dahan, contactado por teléfono.
“En toda mi vida no he visto nada igual, a pesar de todo lo que nos ha pasado”, añadió. Las mezquitas habían abierto sus puertas a las familias cuyas casas habían resultado dañadas.
La agencia de noticias estatal siria SANA dijo que al menos 812 personas murieron y 1,449 resultaron heridas en las provincias controladas por el Gobierno de Alepo, Latakia, Hama, Idlib y Tartous.
Al menos 1,020 personas murieron en el noroeste de Siria, en manos de los rebeldes, y 2,300 resultaron heridas, y se espera que la cifra “aumente drásticamente”, según el equipo de rescate de los Cascos Blancos.
“Nuestros equipos hacen muchos esfuerzos, pero son incapaces de responder a la catástrofe y al gran número de edificios derrumbados”, declaró el jefe del grupo, Raed al-Saleh.
Se está acabando el tiempo para salvar a cientos de familias atrapadas bajo los escombros de los edificios y se necesita ayuda urgente de los grupos internacionales, dijo.
Un alto responsable humanitario de la ONU dijo que la escasez de combustible y el duro clima invernal también estaban creando obstáculos a su respuesta.
“La infraestructura está dañada, las carreteras que solíamos utilizar para el trabajo humanitario están dañadas, tenemos que ser creativos para llegar a la gente… pero estamos trabajando duro”, dijo a Reuters el coordinador residente de la ONU, El-Mostafa Benlamlih, en una entrevista por videoconferencia desde Damasco.
El Ministerio de Defensa informó que se había extinguido un incendio que había arrasado cientos de contenedores en el puerto turco de Iskenderun, pero no estaba claro cuándo se reanudarían las operaciones.
(Con información de El Economista)