CIUDAD DE MÉXICO. Don José Luis, es un hombre que a sus 84 años trabaja como lustrador de zapatos en la Ciudad de México; pese a su edad y esfuerzo realizado día a día, refleja una sonrisa y una actitud positiva.
En 1945 llegó a la Ciudad de México y a los trece años comenzó a trabajar luego de “andar de vaguito” y dormir en basureros de las calles del Zócalo capitalino.
Después de un tiempo, un hombre le compró un cajón y comenzó a trabajar como bolero; Don José Luis fue un adolescente que rompía corazones debido a que se consideraba “algo bueno para el bailecillo”.
En mi juventud, era algo bueno para el baile pues tuve varias novias, bastantitas novias y aún así, cuando me casé todavía pegaba con las chavas, por el baile”.
En la actualidad la soledad es su fiel compañera, pese a que vivía con su hija se sentía solo debido a que falleció su esposa. Con el tiempo Don José aceptó la situación y se acostumbró a que le hacía falta su “reina”.
A pesar de que la capital del país es un lugar concurrido, Don José ha llegado a sentirse solitario e invisible.
Bueno creo yo que no me ven exactamente, pero fíjese que no por que estoy consciente de dónde están como están y que me hablan me da gusto porque sé que están ahí”, explica con una sonrisa.
Don José Luis en la actualidad tiene 84 años, con mil historias entre sus manos y aún con muchas metas por conquistar.
La historia se refleja entre sus ojos, entre parpadeo y parpadeo la Ciudad de México cambió.
Con los hombros caídos y los estragos de los años en sus manos, lustra zapatos para sustentar sus gastos.
Cuando vivía mi esposa yo era el único sustento pues ganaba más o menos bien, pero había trabajo, pero ahora ya disminuyó mucho, pero gracias a Dios ya sacando para comer, para pagar mi agua, mi luz y mi renta sale, voy alzando diario poco a poquito”.
La vida es la sala de espera de la muerte y don José Luis lo sabe, pero tiene un deseo:
Y me gustaría morirme así que me quedara así, hay que a todo dar”, concluyó con una carcajada.
Por Excélsior